La historia entre Jacob, Lea y Raquel describe situaciones donde las relaciones familiares se ven afectadas por la rivalidad, celos, mentiras etc. En esta situación, Labán el padre de ellas tiene mucho que ver en el asunto.
Ambas esposas y hermanas se vuelven rivales compitiendo por el amor, aceptación, atención y preferencia de Jacob. Lo anterior provocó un hogar lleno de tensiones afectando inclusive la siguiente generación, sus propios hijos (Gn. 37, debido a la preferencia de Jacob por su hijo José sobre los demás, creo rivalidad entre ellos). La unidad y respeto debe fomentarse dentro del hogar sin tener hijos preferidos.
Jacob recibe mismo trato de Labán cuando años antes engaña a su padre Isaac (Gn. 27). Su suegro lo engaña no respetando el acuerdo. Jacob trabajaría por siete años por Raquel y casarse con ella (Gn. 29:17-30). Labán cambia los términos unilateralmente y la noche de bodas entrega a Lea su hija mayor. Jacob con derecho reclama y Labán le ofrece siempre a Raquel cambio de otros siete años de trabajo. El pasaje describe que Jacob amó a Raquel (Gn. 29:18). Lea se convierte en la primera esposa de Jacob y Raquel la segunda. La historia Bíblica no oculta virtudes y defectos en esta historia familiar.
Lea la menos amada, Dios le bendice con hijos (Gn. 29:31-35). Raquel por el otro lado, la amada y preferida no los tiene al grado de reclamarle a su esposo por ello (Gn 30:1-2). Ambas hermanas tienen una rivalidad por tener la aceptación de Jacob. Cada nombre de los hijos de Lea expresan su angustia por el amor de Jacob. En Judá (Gn. 29:35, Esta vez alabaré a Jehová) concentra su atención en dar gracias. Tanto ella como Raquel son honradas como las madres de la nación de Israel (Rut 4:11, Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como Raquel y Lea, las cuales edificaron la casa de Israel). Nuestro valor como personas no depende de la aceptación de los demás sino, de como Dios nos ve (Gn. 16:13, Tú eres el Dios que me ve). Al final, Lea la rechazada es enterrada junto a Jacob y no Raquel (Gn. 49:31, allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer, allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer, allí también sepulté yo a Lea).
Raquel es la amada pero con dificultades para ser madre. Tuvo dos hijos. José (Gn. 30:24, Dios añadirá) y Benjamín (Gn 35:18 hijo de la mano derecha). Demostró ser envidiosa, exigente y que perdía el control. Olvidó que Dios es quien da vida. Dios trató con ella por medio de su esterilidad. Todo lo que sembramos, eso segaremos (Gál. 6:7) lo vemos en esta historia familiar. Casarse siempre debe ser una decisión buscando la voluntad de Dios. Mostrando fidelidad, amor, respeto etc. No sostenernos en base a los hijos, es un grave error. Bendiciones CCF.